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He regresa'o.
La verdad es que la semana anterior fue de tirar barra. La celebración católica nos beneficia incluso a los no creyentes, pues un descansito de 1 semana siempre es bueno (aunque, la verdad, estaría mejor si durara un poco menos, como 5 meses).
Bien es sabida la historia que nos cuentan del Nazareno, la cual, aunque la veracidad sea cuestionada por muchos, nos sumerge en un mundo de emociones y nos lleva de la mano a través de su corta y rebelde vida. Lo llamativo es que esta historia, al igual que la mayoría de las que leemos, escuchamos, o vemos, sigue una estructura que data desde las épocas griegas: la del "viaje del héroe". (Yo sé que cero incluyente con "el héroe", pero yo no he nombrado nada ni a nadie, solo a mi perrita de nombre José, super incluyente).
Esta estructura es algo elaborada, pues consta de aproximadamente 13 pasos que atraviesa un héroe en una historia. Aunque no los conozcamos, si los empiezo a nombrar y a hacer referencias a historias que conozcamos, estoy completamente seguro de que sabrán a qué me refiero, pues no se necesita ser una maestra (CC. Elba Esther Gordillo) para identificarlas.
Sin embargo, la duda restante es: ¿a quién se le ocurrió esta manera tan bien hecha de contar historias? Como podremos imaginar, anteriormente no existían editoriales, entonces lo que escribía la persona se lo prestaba a su broder y le decía: "¿'Ta chido o nel?" (estoy tan seguro de esta afirmación como la de que Jesús era güerito de Linares), entonces realmente no había un feedback de cómo se percibía la historia. Algo así como este mugroso blog, que ya debe dejar de publicar tanta blasfemia, por el amor de Dios.
A falta de un buen cubero con ojo para las historias, estas se desarrollaban siguiendo una estructura definida a prueba y error, dando pie a que la gente imitara aquello que la racita que se echaba sus caguamas en las escaleras del Partenón decía que estaba chido. Y como bien sabemos que hacemos lo que vemos (perdonen la cacofonía), esta manera de contar historias se hizo algo tan natural y lógico que ya es casi imposible pensar en otra manera de hacerlo que no sea la que la racita griega hizo, así que, Aquiles Baeza.
Nuestra historia comienza conociendo a la personaje que la protagoniza, y con esto no me refiero que es la primera personaje de la que nos hablan, sino que es el primer paso de nuestra historia. Esta protagonista generalmente es humana, o al menos tiene rasgos humanos (sentimientos, 2 piernas, 2 brazos, respira, etc.), con ciertas cualidades y defectos, como puede ser egoísta, miedosa, fracasada, perseverante, y muchas otras. Esto es con la finalidad de que puedas relacionarte con la historia, porque nadie te va a vender una historia que simplemente no puede pasar.
El mundo se consume en dinero, dinero. El dinero es dinero. Aprende algo, dinero.
Más allá de sus cualidades y defectos, la protagonista tiene una vida que es normal, estable, no hay nada que interrumpa la armonía en su vida hasta que se presenta una situación, que generalmente es un problema, a la cual llamamos nudo. Este nudo viene a retar a nuestra protagonista y requiere que trabaje uno de sus defectos, lo que implica un cambio en su vida cotidiana. Este cambio, como bien lo hacemos en la vida real, se rechaza, por lo que a veces nos cuentan que nuestra protagonista dice (o le dicen) como aquel borrachito que nos encanta y alegra nuestras vidas: "Noooo, ni mer...".
Para contrarrestar este rechazo, aparece una personaje que funge como mentora de nuestra protagonista, a quien le dice que se la va a pasar bien padre, que hay un premio de un avión presidencial, que puede conocer al amor de su vida, etc., por lo que al fin nuestra protagonista prende el carbón y se lanza por unos cortes de esos que nomás no quieres dejar de comer. Ya con el carbón bien prendido, comenzamos a ver cómo nuestra protagonista se aventura en el mundo desconocido y los retos que este le trae. A veces en las historias mueren las mentoras de nuestra protagonista, conoce amistades y enemistades, las cuales deben contribuir a la densidad de la historia.
Basándonos en la capacidad de atención humana, las historias tienen pequeños clímax (a los cuales se llegan por el mismo desarrollo de la historia) que dan pie a un pequeño descanso en la intensidad de las mismas, pues puede ser cansado exponerse a demasiados eventos que impactan en la historia y protagonista. Sin embargo, llegamos al punto clave de la historia, que es donde se resuelve la trama; es el momento que estábamos esperando, donde nuestra protagonista se arma de valor y pone las tortillas de harina para entrarle con todo, esperando sobrevivir en el intento.
Una vez concluido el clímax, tenemos que conocer cómo es la nueva vida de nuestra protagonista, quien lleva su elíxir de camino a casa. (Ese es el nombre técnico, pero no es necesariamente un elíxir, puede ser un objeto, un sentimiento, una cualidad, una medalla, etc.) No obstante, la parte clave es mostrar a nuestra protagonista como una persona diferente, que ya dejó atrás la personalidad que tenía antes de vivir su historia: una transformación. Esta transformación generalmente significa haberse desarrollado, ser mejor persona, tener una nueva vida, que es a lo que mucha gente aspiramos. Por eso, cerrar las historias con un final así, es... ¿cómo es, Pacha?
Por mencionar algunos ejemplos, se me ocurren Shrek, Mulán, Lost in Translation, Star Wars: A New Hope (casi a la perfección), The Hobbit, The Girl with the Dragon Tattoo, El beso de la mujer araña, y claaaaaro que sí, La Biblia, al igual que muchísimas otras historias que de seguro tú conoces mejor que yo. (Mi conocimiento de películas es sumamente limitado.)
No es necesario irnos a historias que otras personas hayan escrito, nuestras historias personales muchas veces siguen esta estructura: nuestros estudios, relaciones de pareja, matrimonio, irse de intercambio, etc. Sin embargo, lo importante no es identificar la estructura, sino disfrutar del proceso para convertirnos en alguien diferente y crecer con cada historia que vivimos.
Nos leemos pronto.
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