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Nambre, wey, ¿para eso quieres que lea tus escritos? ¿Para que salgas con estas cosas?
No te me alebrestes, no te voy a hablar de Darth Vader, Baby Yoda, Leia, ni de ningún personaje; tampoco de si la trilogía original es mejor que el resto (claro que lo es); mucho menos de Disney arruinando la saga. Relax. De lo que te quiero hablar es acerca del “bien” y del “mal”, usando esta icónica saga como referencia. (Todo desde un punto de vista como NO profesional de la salud.)
Si no la has visto, no te preocupes, te esperan casi 24 horas de una “esperiencia” única e inigualable; podría decir que de otro universo.
De acuerdo con estas películas existen 2 lados de “la Fuerza”: el lado de la luz y el lado oscuro, que son, traducidos al mundo real, el “bien” y el “mal”, respectivamente.
A lo largo de las películas se nos explica que el lado de la luz es “bueno” y el lado oscuro es “malo”. Trasladado, nuevamente, al mundo real, entenderíamos que el “bien” es “bueno” y que el “mal”, ¿qué crees?, es “malo”. Héroes y heroínas de la película deben, a toda costa, evitar el lado oscuro, porque, una vez que caes en él, no hay salida.
¿Es la vida real así? ¿Debemos vivir una vida en la que ignoramos, o peor, reprimimos nuestros impulsos “malos”? ¿Sufrimos alguna condena perpetua por haber cometido una acción “mala”? Nada más alejado de la realidad. Cabe destacar que no solamente el Yorch se encargó de poner esta idea en la mente de millones de personas con esta metáfora del “bien” y el “mal”. La Santa Iglesia católica, madre de todo lo que es bueno, ha contribuido enormemente a la polarización del “bien” y el “mal”. No crean que voy con todo contra la iglesia (todavía): la familia, la sociedad, la escuela, y muchas otras entidades contribuyen a que tengamos la “certeza” de poder diferenciar correctamente entre estos bandos.
Aunque la vida real, como comentaba, no sea para nada de esta manera, rara vez se nos enseña a actuar “mal” de manera “adecuada”; esto es, no se nos enseña a canalizar esos impulsos que se han catalogado como “negativos”, por lo que la acumulación de estas “malas” emociones se esconden o se la pasan rondando nuestra mente y cuerpo, hasta que un día...
Estoy seguro que hemos escuchado algún caso en el que alguna persona, tras haber vivido alguna situación o muchas situaciones en donde reprimió emociones o sentimientos “negativos”, explota y pierde el control de su ser. Esa experiencia puede ser tan traumática para esa persona que incluso puede llegar a reprimir esa memoria
Sin embargo, me gustaría reflexionar acerca de qué es aquello que nos dicen que es “malo”: enojo, agresividad, desacuerdo, vergüenza, desafío, tristeza, cualquier impulso sexual (premarital, en el mejor de los casos), orgullo, envidia, agrega el que gustes. (Curiosamente, es bien común decir o escuchar “tengo envidia de la buena”, frase que anula la polaridad de esta emoción.)
Considera alguna experiencia propia en donde hayas vivido alguna de estas emociones. Puede ser cuando aquella persona que estaba en tu equipo no hizo nada más que la portada e imprimió el trabajo; o cuando te dio pena decirle a tu tía que ya no querías comerte el tamalito de frijoles; o cuando a tu enemiga mortal de la primaria le compraron sus jeans en American Eagle (CC. Niña Zara) y te dio envidia “de la mala” porque la única tienda de jeans a la que ibas era C&A, y solo ibas a comprarte un bote de papas para zumbártelas; agrega la situación que gustes, las emociones o sentimientos están ahí para acompañarte. En mi opinión, te sirven para adaptarte a la situación que estás viviendo (el miedo es un excelente ejemplo, puesto que lo sientes cuando percibes peligro y te impulsa a alejarte de esa situación).
Por lo tanto, bajo esta premisa, no existen emociones “buenas” ni “malas”, porque te estás adaptando a la situación en sí, la cual amerita cierta actitud, concentración, fuerza, respiración, etc., y las emociones te preparan fisiológicamente para la situación que estás viviendo.
Considero sumamente importante tener una manera de canalizar estos impulsos “negativos” (he escuchado que le dicen “escape”, pero, en lo personal, no concuerdo con usar esa palabra por la connotación a la que está sujeta) de la misma manera que canalizamos nuestros impulsos “positivos”. En ocasiones lo canalizamos con el deporte, actividad que requiere de vigor (léase agresividad), con alguna actividad artística, con esa rolita de My Chemical Romance que tanto te gustaba en la secu, con videojuegos, actividades competitivas y tantas otras cosas que podría escribir--
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