Acerca de la obligación del gusto por la obligación

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Caray, casi 1 año desde mi última entrada. Regreso con eso de New Year, new me!


    No es cierto, bandita, yo siempre seré el mismo: un hermoso ser lleno de brillo con un tinte capilar muy del tono dorado.
    
    Lo que sí es cierto es que al empezar el año muchas personas nos proponemos bajarle a las de aretito, salir más de viaje (CC: Covid-19), ahorrar pa'l carrito, y muchas otras cosas. Uno de esos propósitos, según lo que me he encontrado en las falsas redes sociales, es el de leer obras literarias, y es común que queramos cumplir con este inofensivo propósito, que al principio puede ser más difícil de lo que parece y acaba sirviendo de portavasos, de juguete para el perro, o de recordarnos un propósito para el siguiente año porque este ya no. (Apenas es febrero y ya le andas sacando para el siguiente año. Nembe neeeh.) Así que, con su permiso, hablaré acerca del "problema" de leer y por qué simplemente no nos gusta.
   
    ¿Cuántas veces nos han dicho "tienes que leer"? ¿Cuántas imágenes nos ha aventado Gandhi en la cara haciendo referencia al grandioso poder iluminador, transformador, qué digo, salvador, carajo, de la lectura? ¿Y cuántas veces te he compartido este mugroso Blog, harapiento y por sin ningún lado? No olvidemos al ex Secretario de educación, Aurelio Nuño, que nos dejó una frase para la posteridad: "Hay que ler".
    Pues mire, joven, así como que un número o lo que viene siendo un dato no se lo manejo, pero allá a la vuelta puede preguntar.
    A lo largo de mis extensos 26 años me he encontrado con mucha gente que promueve la lectura con tácticas y estrategias que buscan que, un día cualquiera, sin saber cómo ni con qué pretexto, por fin la necesites (perdóname, Benedetti). Dentro de ellas vemos un rango multidimensional, que van desde un soborno con dulces y nieves por cada libro que hayas leído, hasta unos puntitos "estra" para ese 70 porque, por favor, maestra, no tuve tiempo de leer, pero ahorita mismo le leo 3 libros si quiere, es más, le transcribo el libro de la materia.
    Asimismo, otra dimensión menos benévola la encontramos en el sistema educativo (del cuál hablaré luego), en donde la "promoción" de la lectura constituye una gran parte de la materia de español/literatura o como se llame en tu escuela; incluso la escuela crea una nueva materia dedicada especialmente para que leas el mentado libro que te estoy diciENDO QUE TIENES QUE LEER Y TE VA A GUSTAR HIJO DE LA GRAN CHINGADA.


    Nada más alejado de la realidad.
    Bajo ningún motivo tienes que leer ni la biblia, ni La silla del águila, "de Enrique Krauze", ni el otro libro este que ya se me olvidó cómo se llamaba. Nada. No tienes que leer NADA. (Hago hincapié en que me refiero a leer obras literarias, cuentos, o blogs mugrosos como este; otras cosas con mayor importancia como un instructivo o tus contratos con el banco sí deberías leerlos, la mera verdá.)
    Se nos ha enseñado a que la lectura busca un fin productivo o pragmático, puesto que, en la mayoría de las ocasiones, estudiamos leyendo el libro de la materia una y otra vez hasta que te machetearas lo que va a venir en el examen y así tener una buena calificación. Encontramos la relación entonces como:

Leer = Estudiar

He aquí el grandísimo problema con la lectura, que nos lo han impuesto como una obligación, como sinónimo de esfuerzo y como medio para lograr algo. Ah, y por si fuera poco, tiene que gustarte, tienes que hacerlo todos los días al menos 30 minutos, tienes que comprar libros y tienes que entender que si la autora dijo que las persianas del cuarto eran azules significa que ella sufría una terrible depresión. Y la cerecita en el pastel: si lees eres una persona ñoña. Vaya manera de fomentar la lectura.


     Pues bueno, mi Werito, ¿tons cómo le hago para agarrarle el gusto a la lectura?
    Mira, en mi "esperiencia", casi todo lo que se hace por obligación resulta en un fracaso o en un hastío por aquello que se realiza, y creo no ser la única persona que ha pasado por esta situación.
    Por el contrario lo que se realiza por voluntad propia se hace con gusto. Nadie te obliga a echarte tus banqueteras con tus amiguis, pero te la pasas de a tiro bien perrón. Bajo esta línea de pensamiento, date la libertad de leer porque TÚ quieres; porque quieres conocer la historia que escribió tal persona; porque sufres de aburrimiento; porque quieres un hobby nuevo; por razones que tú quieras y no por razones que tengas que darte. Al libro no le importa si lo lees: como objeto inanimado no tiene sentimientos, no te va a "hacer ojo", no te va a dar unfollow, no vas a ser la escoria de la cadena evolutiva ni la desgracia de tu estirpe. No pasa NADA si no lees. Solo son palabras que de un modo u otro te entretienen. Si no te entretienen, te vas. Simple.
    En mi experiencia empecé a leer porque en mi casa mi familia lee, porque tengo amistades con personas que leen, porque vi El señor de los anillos en un estante en una librería a la que entré por casualidad y me llamó la atención descubrir a quién se le ocurrió semejante obra maestra. Yo quise leer, nadie me obligó. Mi entorno me inspiró a agarrar un libro. (Semejante historia nos cuenta Lorena Ochoa con referencia a cómo empezó a jugar golf.) Y esa es precisamente mi recomendación: busca inspiración auténtica para leer (CC: Google), júntate con gente que lea y pídeles que te platiquen de algún libro, si ves alguna película basada en algún libro busca ese libro (Harry Potter, en mi opinión, es una gran opción para comenzar). Y lo más importante: si no quieres leer, no leas. Si no te gusta el libro, no lo leas. Si sientes cansancio y quieres ver "Nesflis" pero también tienes que leer, no leas. No pasa nada. Tu libro seguirá ahí para ti.
    Se le atribuye a Jorge Ibargüengoitia el decir que la única razón válida para leer obras literarias es el goce que nos entregan. Concuerdo con el señor. Y no solo por haber sido él quien fue, sino porque hasta este día, no he viajado a Comala porque me dijeron que ahí vivía mi padre, un tal Pedro Páramo; ni tampoco he intentado pasar a la plataforma 9 3/4 en la estación King's Cross en Londres; pero vaya que disfruté haber leído esas historias.
    
   Espero haber explicado mi punto, y al mismo tiempo haber aliviado esa sombra que nos persigue a principios de enero. 
   Me despido con una pregunta innecesaria de nuestro ya citado Aurelio Nuño: "¿Ustedes van a ler?".
    Nos leemos pronto.

    P.D.: Un saludo muy sincero a Andrea Lomelí por su osadía de corregir al ex Secretario.

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